Paso 1: Creer en el Evangelio de salvación
Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego (Romanos 1:16).

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La palabra "Evangelio" tiene varias acepciones. FF. Bruce en su libro "El canon de la Escrituras" nos expone 4 en especial: "(1) las buenas nuevas del reino de Dios predicadas por Jesús, (2) las buenas nuevas acerca de Jesús predicadas por sus seguidores después de la primera Pascua y Pentecostés, (3) el relato escrito de las buenas nuevas en una localidad particular, (4) los cuatro Evangelios (p. 126)".
Cuando Jesús estuvo en la tierra en el comienzo de su ministerio, no predicó exactamente el evangelio que predicamos ahora, pues decía él: "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado" (Mateo 4:17). Esto sucedía en razón de que aún no había declarado a sus discípulos el evangelio que se predicó después de la primera Pascua y Pentecostés (cf. Mateo 16:21), el cual llamamos nosotros "evangelio de salvación". Sus discípulos al ir a las ciudades expresaban: "Se ha acercado a vosotros el reino de Dios" (cf. Lucas 10:9), ya que esto era lo que el pueblo de Israel esperaba, la venida del reino de Dios por medio de su Mesías libertador en la tierra, pues no pasaba por su mente la idea del reino celestial como lo es el cristianismo hoy. Sin embargo, no es objeto de nuestra indagación aquí exponer detenidamente sobre aquello.
El Maestro dio un mandato especial a sus seguidores, diciendo: "Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda criatura". Pero ¿a qué evangelio se estaría refiriendo aquí? Observamos un verso más adelante que también les expresa lo siguiente: "El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado" (Marcos 16:16), por lo cual la razón nos enseña que no es una simple buena noticia que solo da efectos de información y bienestar por el dato, sino que nos manifiesta una buena noticia de salvación de las almas, ya que Jesús constantemente anunció: "Pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?" (Mateo 16:26), y: "No teman a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno" (Mateo 10:28). Jesús vino por la salvación eterna de las almas, no por un simple mensaje de prosperidad material en este mundo físico como si de un reino terrenal se tratara, pues el Maestro fue más allá de lo esperado por el pueblo. Por esto nosotros predicamos el evangelio de salvación, que nuestro hermano Pablo expresó así:
"Además les declaro, hermanos, el evangelio que les he predicado, el cual también recibieron, en el cual también perseveran; por el cual asimismo, si retienen la palabra que les he predicado, son salvos, si no creyeron en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que (1) Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que (2) fue sepultado, y que (3) resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras (1 Corintios 15:1-4)
El evangelio de salvación nos enseña que Jesús murió por nuestros pecados tal como estaba profetizado de Él (Isaías 53:5), que fue sepultado (Isaías 53:9), y que resucitó al tercer día (Isaías 53:10-11).
¿Cuántos serán los que reconocerán sus pecados ante tal hermoso evangelio de salvación?