Los 5 pasos de la salvación
Dios quiere que TODOS los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:4).

Por: Giancarlo Torre
21 de febrero de 2024
Introducción
En este escrito pretendemos otorgar al lector, un resumen de lo que la iglesia sabe respecto al "ordo salutis", pues Dios es un Dios de orden (1 Corintios 14:33), por ello, todos los actos religiosos deben hacerse decentemente y con orden, pues así es agradable a Dios nuestro obrar (1 Corintios 14:40). Sin embargo, reconociendo que Dios en ocasiones ha permitido excepciones (2 Crónicas 30:18-20), tampoco negamos la efectividad de algunos casos especiales que no sigan exactamente como está estipulado en los 5 pasos.
Son 5 los acontecimientos bien delimitados que ocurren para que una persona con pecado llegue a ser salva. A continuación los veremos:
Paso 1: Oír para creer en el Evangelio
A todo acto precede el oír su mensaje de persuasión, pues ¿cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? (Romanos 10:14); por tanto, es indispensable para todo el género humano, oír, y así llegará a estar en potencia (en posibilidad) de poder creer, siendo el acto de creer una obra (cosa hecha o producida por alguien) humana voluntaria que es dada en potencia al hombre por la gracia de Dios, el cual le dotó de intelecto, para entender el mensaje, y de voluntad, para elegir si rechazar el mensaje o no, pues como está escrito: "Mas no todos obedecieron al evangelio" (Romanos 10:16).
Nosotros nos sumamos al apóstol Pablo diciendo: "Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego (Romanos 1:16)". Ese Evangelio de salvación que se oye, es la (1) muerte, (2) sepultura y (3) resurrección de Cristo (1 Corintios 15:1-4); este es el mensaje que anunciamos, para que quienes oyen y creen (tomen por cierto) puedan llegar a la salvación.
Paso 2: Arrepentimiento
Pero luego de que haya creído, sigue el acto de arrepentirse (metanoia), que implica sentir una tristeza por reconocer haber pecado contra Dios (2 Corintios 7:10) y significa un cambio de mente y de voluntad para hacer lo que Dios desea a partir de ese momento (Salmos 51:10-13), porque la sola fe no salva a nadie (Santiago 2:24). Este cambio de voluntad produce posteriormente un cambio en las obras de la persona (Lucas 3:8), pues no se puede decir que alguien se arrepintió y a la vez no ha decidido dejar de vivir en pecado.
Un ejemplo de arrepentimiento fue el discurso de Pedro a los judíos (Hechos 2:14-38), el cual ellos al oír el mensaje del Evangelio se entristecieron según Dios, y por ello Pedro les dijo que se arrepientan y se bauticen para el perdón de sus pecados (Hechos 2:38), pues muestra de un arrepentimiento genuino son los primeros frutos objetivos: el bautizarse, porque se ha decidido dejar el mal hábito y el decidir dejar las obras del diablo para vivir consagrado o dedicado a Dios. Así se cumple el "haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento".
Paso 3: Confesión de fe
Sin embargo, antecede a la sumersión (bautismo), el acto de confesar la fe públicamente en Jesús como Dios, pues al Señor le importa mucho la palabra (Mateo 10:32-33) y aún está escrito: "que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás (futuro) salvo (Romanos 10:9)".
Reconocer a Jesús como Señor, implica reconocerlo como lo que es: Dios. No implica "saber" que Jesús resucitó haciendo una investigación histórica de la resurrección como hacen los eruditos o estudiosos y ex ateos conversos ahora a la fe, sino que se trata de solo tomar por cierto la realidad histórica de la resurrección y proclamarla ante testigos. Un ejemplo se ve con Felipe y el eunuco, pues él oyó (Hechos 8:35), creyó el Evangelio de salvación (Hechos 8:36), se arrepintió (Hechos 8:36), confesó ante un testigo su fe (Hechos 8:37) y se bautizó (Hechos 8:38) sin hacer cursos largos o catecumenados de 3 años, ya que solo requirió que se comprenda estos pasos.
En la confesión de fe que se da un momento previo al bautizo, proclamamos que Jesús es el Hijo de Dios, el Señor, manifestando así que es de la misma naturaleza que el Padre (Juan 5:18), pues en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad (Colosenses 2:9). También en esta proclamación renunciamos a Satanás y sus obras, aceptando vivir ahora para Dios y no para los deleites temporales de la carne.
Paso 4: Bautismo
Una vez confesada la fe, como vimos, se procede al bautismo como el ejemplo del eunuco, pues este es para el perdón de los pecados (Hechos 2:38; 1 Pedro 3:21; Tito 3:5; Mateo 28:19; Romanos 6:3-7), el cual el que (1) cree en el evangelio, y (2) se bautiza, (3) se salva; mas el que no crea, se condena (Marcos 16:16), y ¿para qué mencionaría la Escritura que "el que no crea y no se bautice, se condenará"?, vano sería, pues ni se llegó al paso de creer.
También con este acto volvemos (aquellos que hemos pecado) a la relación de ser hijos espirituales de Dios para ser revestidos de Cristo (Gálatas 3:26-27: Juan 1:12); recibimos el Espíritu Santo morando en nosotros (Hechos 2:38); somos santificados (Efesios 5:26); justificados (Romanos 6:3-7); nacemos de nuevo (Juan 3:5); y somos ().
Este bautismo en agua junto a todos sus pasos previos, nos da lo que llamamos "salvación inicial", pues luego sigue algo más para alcanzar la "salvación final", la cual todo cristiano anhela. Estos pasos, como es notorio a todo hombre honesto, no requieren mérito ni esfuerzo humano alguno, pues solo son actos sencillos de hacer para recibir el regalo de Dios: la salvación. Por ello, nadie puede jactarse, como si hubiera hecho un gran y laborioso trabajo, pues ni se suda para llevar a cabo los 4 pasos primeros. Pero, luego viene la "salvación final", que narraremos a continuación.
Paso 5: Perseverancia
Una vez salvo, no siempre salvo, pues así como toda túnica blanca que se regala a un ser libre puede ser extraviada, así también las vestiduras blancas que el Señor dió, pueden ser extraviadas (Apocalipsis 3:5), pues el que no persevera es borrado del libro de la vida, es decir, de la lista de los que son salvos. Aún el apóstol Pablo sabía que aún no había alcanzado la salvación final, pero decía: "si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro tomar aquello para lo cual fui también tomado por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús (Filipenses 3:11-14). Por tanto, debemos permanecer en la fe, no teniendo como hábito el pecado, porque el que lo tiene ya ha dejado de perseverar y es del diablo (1 Juan 3:8), en cambio, los miembros de la iglesia de Cristo, aunque no sean perfectos, nunca dejan de combatir contra el pecado, y así perseveran, no negando al Señor de palabra ni de obra pecando deliberadamente sin importarle los mandatos del Señor (cf. Tito 1:16), sino luchando y siendo serios con su salvación, pues está escrito: "Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad (Filipenses 2:12-13)". Aquí evidenciamos el trabajo humano, y la gracia de Dios en cooperación para llegar a la salvación final, pues mientras el hombre se "ocupa", Dios "produce el querer y el hacer" con aquellos frutos que el hombre trabajó por la gracia del Señor.
La perseverancia del cristiano nos llama a hacer buenas obras para ser salvos (salvación final), pues está escrito: porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados. (Romanos 2:13), y luego: "He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último" (Apocalipsis 22:12-13).
Dios nos encuentre dignos por nuestras obras que por su gracia nos permite hacer, pues así obtendremos aquel galardón que Él ha destinado para los que le aman (cf. Hebreos 5:9; ), pues los que le aman, guardan sus mandamientos no teniendo hábito pecaminoso en su vida (cf. Juan 14:21).
Conclusión
Todos los pasos están conectados y suelen ser muy consecutivos. La fe, el arrepentimiento y la confesión de fe llevan a la conclusión de bautizarse, mientras que el bautizarse lleva a perseverar, pues recordemos que todo se da en virtud de la obediencia, siendo todos estos actos necesarios para recibir la gracia del Altísimo.