Arístides de Atenas

"Arístides, hombre de fe entregado a nuestra religión, dejó, igual que Cuadrato, una Apología en favor de la fe, que había dirigido a Adriano. También la obra de este escritor se ha salvado hasta hoy en muchos lugares" (cf. Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica, Libro IV, 3,3).
La presente Apología nos ha llegado hoy en una traducción griega y siriaca. En este escrito Arístides se presenta como "Marciano Arístides" (cf. Apología, del siriaco), comenzando con una demostración de lo evidente de Dios en la naturaleza (Apología, I) y lo errado que estaban los demás pueblos con respecto a la idea que tenían de la divinidad, pues algunos creían que la divinidad eran gatos, como los egipcios (Apología, del siriaco, XII), pero Arístides demuestra su irracionalidad, junto con los griegos (Apología, del griego, VIII), caldeos (Apología, del griego, III) y judíos al rechazar a Cristo (Apología, del griego, XIV).
Gracias a nuestro hermano Arístides podemos ver la continuación de la fe pura de la iglesia de Cristo a comienzos del siglo II, pues él nos da datos de la Tradición apostólica, como por ejemplo:
- Se abstienen de toda conversación ilícita y de toda impureza (Apología, del griego, XV); tratan de ganar como amigos a quienes los agreden (Apología, del griego, XV); si alguien moría en la niñez moría sin pecados por su pureza, enseñando así contra el pecado original (Apología, del siriaco, XV), no comen alimentos que saben que han sido consagrados a los ídolos (Apología, del siriaco, XV); practicaban la modestia y el pudor en la vestimenta (Apología, del siriaco, XV); ayunan dos o tres días para poder suplir las necesidades de un hermano (Apología, del siriaco, XV); tenían la creencia común la doctrina de la Deidad / Trinidad (Apología, del griego, XV); observaban con mucho cuidado los preceptos del Mesías, viviendo con justicia y sobriedad como el Señor enseñó, mostrando así su rechazo a tomar a la ligera la ley de Cristo (Apología, del siriaco, XV); etc.